Hace
más de 200 años, Napoleón Bonaparte hizo una profecía, que comienza a hacerse
realidad hoy, diciendo: "Dejen que China duerma porque cuando despierte,
el mundo temblará".
La
China del futuro y el futuro es Ahora. La verdad es que hoy casi todo lo que
compramos, está hecho en China. Y aún así no vemos la señal de alarma ¿Pero a
quién le importa esa advertencia? ¡Actualmente a muy pocos! Ciertos productos
que España fabrica en un millón de unidades, lo puede hacer una sola fábrica
china multiplicado por 40 y con una calidad equivalente. Y no solo eso, también
la velocidad de reacción es impresionante. Los chinos pueden poner cualquier
producto en el mercado en cuestión de semanas. Con precios que son una fracción
de los costes practicados aquí.
Las
fábricas se han ido mudando al interior de China, porque los salarios son más
rentables para el empleador y los costes de logísticas son casi los mismos que
en las grandes urbes donde estaban instaladas, con parques empresariales (cosas
de la globalización). Un trabajador español equivalente, más impuestos y
beneficios, gana al menos 600 euros. En comparación con los chinos que ganan
100 euros y que reciben casi cero
beneficio. Nos enfrentamos a la esclavitud amarilla y la alimentamos. ¿Horas
extras? ¿En China? ¡Olvídalo! La gente está muy agradecida de tener un trabajo
que trabaja horas extras sabiendo que no recibirán nada por ello... Detrás de
esta "postura" está la gran trampa china. No es una estrategia
comercial, sino una estrategia de "poder" para ganar el mercado
occidental.
Los
chinos se están aprovechando de la actitud de los “especialistas en marketing” occidentales,
que prefieren externalizar la producción tomando solo lo que "agrega
valor": la marca. Apenas se puede comprar un producto hecho en España hoy,
en las principales redes comerciales del país. Todo hecho en China, con una
etiqueta CE que valida su
comercialización europea.
Las
empresas occidentales ganan mucho dinero comprando a los chinos por céntimos y
vendiendo por decenas de euros. Solo les interesa obtener ganancias inmediatas
a cualquier precio. Incluso a costa de cerrar sus fábricas y dar la espalda al brutal
desempleo. Es lo que se puede llamar "estrategia venenosa". Mientras
que los occidentales subcontratan tácticas y ganan a corto plazo, China asimila
estas tácticas, crea unidades de producción de alto rendimiento para dominar a
largo plazo. Mientras que los grandes poderes del mercado que mantienen las
marcas, con los diseños y sus distintivos, los chinos se quedan con la
producción, ayudando a estimular y contribuir al desmantelamiento de los pocos
parques industriales occidentales. Pronto, por ejemplo, ya no habrá fábricas de
zapatillas o calzado en el mundo occidental. Solo habrá en China.
Luego,
en el futuro cercano, veremos que los productos chinos aumentan sus precios,
produciendo un "shock de fabricación", como ocurrió con el shock del
petróleo en los años setenta. Para entonces ya será demasiado tarde. Entonces
el mundo se dará cuenta de que reconstruir sus fábricas tendrá un costo
prohibitivo y se rendirá al poder chino. Se darán cuenta de que alimentaron a
un enorme dragón y terminaran siendo rehenes de él. Este dragón que aumentará
gradualmente sus precios, ya que él será quien dictará las nuevas leyes del
mercado, porque él será el encargado, tendrá el monopolio de la producción. Es
ella, China y solo ella, la propietaria de las fábricas, inventarios y trabajos
que van a regular los mercados y no los "venenosos".
Para
cuando el mundo occidental se despierte, será demasiado tarde. China tendrá las
economías occidentales bajo su imperio. Ese día, los ejecutivos
"venenosos" mirarán con tristeza los esqueletos de sus antiguas fábricas,
los técnicos retirados llorarán por los restos de sus desmantelados parques
industriales. Y luego recordarán, con mucha nostalgia, el momento en que
ganaban dinero comprando "balato" de esclavistas chinos. Vendiendo
sus "marcas de diseño" a sus compatriotas. Y luego entristecidos,
abrirán sus "almuerzos enlatados" y almorzarán sus marcas que ya no
están de moda y por lo tanto, despojadas de poder de atracción en la sociedad,
ya que todas fueron copiadas. Reflexione y comience a comprar, ahora los
productos de fabricación nacional, fomentando el empleo en su país, para la
supervivencia de su amigo, su vecino e incluso el suyo y de sus descendientes.
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