Debilitando un país se debilita una zona, una región o una comunidad de países. Hay que evitar que los ciudadanos de un país sean muy dados a la holgazanería y que se entreguen a todo vicio con prontitud.
La juventud actual, ya sean hombres o mujeres, son débiles ante la droga, sexo o amoralidad. Sin valores éticos o morales, mujeres y hombres se entregan con facilidad y son adictos a toda clase de vicio. Los ánimos patriotas están desapareciendo o transformándose en aceptar que otros hagan la labor de las defensas territoriales.
Los agentes económicos, los repuntes militares, mafiosos y sociales de países en conflicto o aquellos llamados de “subdesarrollados” tienen en este panorama tan propicio para fines de debilitamiento.
Muchos de ellos son origen de la droga, trafico de personas y de otros consumos denigrantes. Un país viciado, cansado, sin ánimos, sin un futuro labrado con confianza, es en realidad un país abierto con facilidad a entrar en depresión social y económica.
Un país vicioso es en manos de “cuervos internacionales”, el mejor aliado. La droga entra con mayor facilidad y de precio accesible para que su consumo sea mayor. A mayor consumo, más debilitamiento, y a mayor debilitamiento, mayor entrega, al carecer de la fuerza necesaria para defender sus posesiones.
Por eso hemos de “despertar” y no caer en esa sociedad caduca, estéril, viciosa y contaminada. Nuestros jóvenes no han de caer en la tentación a veces impulsada por la dejadez de gobiernos o de as mismos padres.
Hemos de luchar unidos para controlar su moral no se vea resentida por actos viciosos o denigrantes. Nuestros jóvenes han de fortalecerse todavía más ante la flaqueza moral y corporal. Sentir su orgullo, ética, unión y de ser superiores colectivamente, Nuestro control ha de ser preciso e insistente para que no caduquen. La enfermedad moral de todo tipo que sume a esa sociedad débil es campo propicio para intereses de terceros.
Una vez que un país débil en manos de intereses poluyentes y devastadores, hará que la penetración en la región o comunidad sea más fácil. No es ni más ni menos que la puerta que se abrirá con facilidad a los “cuervos perniciosos”.
Insistamos en personalizar una juventud vigorosa, sin vicios y de consumo sustentable, pero no dándole a mansalva lo que quiere al menor precio o regalándolo. Esa es una labor social, desde el entorno familiar, hasta la fuerza de gobiernos e instituciones. Labor ardua y con profusión de entrega y vigor espiritual.
Sebastián Cruz
Maringá - Brasil
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