La adopción
de los nuevos modelos en asesoría, centrados en el aprendizaje del empresario,
tal y como se nos requiere en el marco de los negocios y sus cambios constantes,
tiene implicaciones profundas en nuestra labor como asesores. Con frecuencia,
estas implicaciones no son bien explicadas o comprendidas.
Usar
Metáforas, pueden resultar útiles para explicar y comprender mejor dichas
implicaciones, es aplicar las palabras o expresiones literalmente a un objeto o
a un concepto, con el fin de sugerir una
comparación y facilitar su comprensión.
A veces con una nota de humor y con una mirada fresca, otras con un poco de
Ironía y que nos ayude a tomar un poco de distancia con nuestras circunstancias
particulares y prejuicios.
Detrás de un
aparentemente cambio en la consultoría, se esconde un cambio profundo en el trasfondo
de la motivación, que una organización o empresario puede tener en su punto de
vista de sus propios objetivos.
En otras palabras, se trata ahora de planificar
y gestionar el tiempo que dedica el empresario a nuestro entrenamiento, tanto
en la empresa como fuera de la misma. Y ciertamente, este cambio de enfoque
representa un auténtico giro copernicano en la organización del proceso de asesoramiento.
Para
ilustrar alguna de las diferencias más importantes entre el modelo tradicional
y la programación centrada en el entrenamiento, utilizo con frecuencia la
metáfora del avión y el barco a remos. En el modelo tradicional, el proceso se
parece a un avión. El asesor pilota el aeroplano y su objetivo es llevar el aparato al aeropuerto
de destino a la hora establecida (cubrir el planteamiento teórico). Los empresarios
son los pasajeros, que sin incidencias, pasan inadvertidos para el piloto del
avión. En otras palabras, cuando llega a su destino, el piloto comprobará que
llegó bien, descargo el pasaje y todo fue un supuesto éxito.
Podemos
decir que cuando el asesor se dedica, incansable, a mostrar presentaciones y a
explicar a toda velocidad. Sólo cuando corrige las divergencias en el
desarrollo del asesoramiento se da verdadera cuenta de que de los pocos empresarios
que han conseguido implementar los procedimientos, tienen un desarrollo más
claro y centrado de los pasos que tienen que seguir y algunos otros siguen
implementando los antiguos pasos y que su interés solo ha sido por conocer que
otras empresas de su sector están en crisis o que puedan ser competidores
contra sus propios productos.
Una asesoría
centrada en el aspecto teórico y el práctico de los procedimientos, debe
parecerse más a una barca en la que todos reman. El asesor sigue teniendo un
rol esencial, porque él es el timonel que determina el rumbo, pero si los empresarios
dejan de remar la barca se para y el problema se hace ingobernable.
- Asesoramiento
centrado en la enseñanza: El avión avanza, con pasajeros llevados de un punto a
otro punto, sin más.
- Asesoramiento
centrado en el entrenamiento: ¿Qué pasa? ¿Por qué nos hemos parado? ¿Por qué
estamos virando? Es más evidente para todos.
El
protagonista principal del proceso de asesoramiento es el empresario, y si este
se para entonces todo se para. Puesto que para que el empresario aprenda, es
necesario su esfuerzo y un asesor no puede llevar una empresa por el propio
empresario.
Esta
metáfora anterior, ilustra un error habitual en la interpretación de lo que
implica la adopción del sistema establecido de asesoría. Si se trata de que los
empresarios trabajen no sólo en el entrenamiento sino también en su empresa y
de forma autónoma, pues pongámosles un procedimiento para que lo vayan haciendo
durante el asesoramiento y cuando lo entiendan y lo apliquen, puedan conseguir
algún beneficio extra que complemente la calidad en su empresa.
Esta
estrategia no representa un cambio de asesoría, sino una implementación extra, tanto
para el empresario como para el asesor. Un procedimiento que puede ser poco
productivo ya que para ambos en realidad lo importante sigue siendo el mantener
la empresa funcionando durante esos cambios de gestión o de producción.
La tarea del
asesor en el modelo docente centrado en el entrenamiento, consiste en
planificar una secuencia de actividades, de las que el empresario no pueda escapar
sin haber implementado con éxito esas actividades y entregas.
Hace ya
tiempo que se comprobó que el proceso de control de calidad basado en la mera
inspección final tiene un coste elevado. Ahora se hace énfasis en la calidad
del proceso de fabricación, de forma que hay garantías de que cuando salga el producto,
cumplirá las normas y no será necesario inspeccionarlo.
Naturalmente
el proceso con ayuda de un asesor, es más costoso (al principio) porque hay que
controlar cada sector frecuentemente y va a repercutir los errores detectados en
mejoras del proceso, pero a la larga y globalmente el sistema resulta más
eficiente que antes. Especialmente en las primeras implementaciones, el
asesoramiento es más continuado y los resultados se usan para mejorar el
proceso y, sobre todo, para volver a situar al empresario “en la carrera”,
todas las veces que sea necesario durante el entrenamiento, de forma que cuando
éste acabe exista la certeza de que ha tenido éxito en el procedimiento
implementado.
Esperamos
que un empresario ponga de su parte. Por un lado resulta fácilmente
cuantificable en la empresa, en la que las ganancias se pueden determinar
fácilmente y repercutir en una mejora para todo el personal y por otro lado el asesorado
tendrá un escenario actual, donde puede tener consecuencias positivas a efectos
de nuevos clientes, promoción de sus productos, etc. Esperamos que esta sea una
razón para implementar el asesoramiento corporativo.
El asesor
debe planificar con detalle la secuencia de actividades y entregas que debe
realizar el empresario dentro y fuera de la empresa. En otras palabras debe
diseñar ese camino que conduce inexorablemente al aprendizaje. Idealmente, en
especial en los primeros pasos, la secuencia debe estar formada por pequeños
procedimientos y controles frecuentes que permitan al asesor controlar el
proceso y la calidad de los resultados parciales y finales.
Una crítica
habitual a este modelo es que los programas resultan excesivamente dirigidos, incluso
paternalistas, de tal manera que sólo conseguiremos gerentes con poca autonomía,
incapaces de enfrentarse a un reto sin que alguien les haya establecido
previamente la pauta correspondiente. Pero los programas deben ser muy guiados
para que los siguientes procedimientos puedan serlo menos, una vez que los empresarios
hayan adquirido la disciplina de trabajar de forma continuada y de acuerdo con
un plan de trabajo, que a partir de un momento dado deberán formular ellos y no
el asesor.
La ausencia
de un plan detallado paso a paso, de lo que deben hacer nuestros empresarios en la asignatura, nos impide
conseguir retos realmente ambiciosos con ellos. La improvisación o incluso la
planificación poco detallada nos exponen al fracaso. Por último, nuestra experiencia
nos dice que una planificación detallada es de gran ayuda también para los asesores
en caso de un entrenamiento con muchos grupos de empresa y muchos gerentes para
asesorar.
El empresario
debe adoptar un papel más activo en el proceso. Primero guiar para después
dejarle más libertad, Cuanto más ambicioso es el objetivo más necesario es un
plan paso a paso. Este es uno de los motivos de escepticismo del asesor, muy
acostumbrado a ver al empresario adoptar en su empresa un rol completamente
pasivo. “¿Cómo vamos a explicarle el trabajo que tienen que hacer si ni
siquiera vienen a empresa?”
Lo que omitimos
con frecuencia, los asesores, es que esa pasividad del empresario es la respuesta
natural a los métodos que usamos con ellos en su empresa. Por ejemplo, los empresarios
no van a estar activos en una empresa, en la que lo que se espera que el asesor
se limite a resolverlos personalmente en los entrenamientos. Si lo que queremos
es que los empresarios estén activos en empresa, entonces tendremos que usar
otros métodos. Se trata, en definitiva, de elegir las herramientas adecuadas
para conseguir lo que queremos.
En gran
medida, conseguir empresarios activos, motivados, que acepten y hagan los procedimientos
que se impliquen en el proceso de aprendizaje de forma eficaz es una cuestión
de técnica, que puede aprenderse y que requiere de la utilización de las
herramientas adecuadas. Uf! ¿Cuánto tiempo necesitaremos nosotros para llegar a
algo así? Se aplica muy bien, en este caso, el dicho: “La calidad en el
asesoramiento no es un destino sino que es el camino”.
Los asesores
debemos asumir la parte del trabajo que nos toca, pero debemos exigir en
paralelo a los empresarios que hagan ellos también su parte del trabajo,
realizando los cambios necesarios para facilitar nuestra labor. Los procesos de
cambio son siempre difíciles y, en ocasiones, traumáticos. Y el cambio de
asesorar, no es una excepción. Por eso, para ser eficiente en la tarea de
estimular el proceso de cambio, es importante comprender la naturaleza de las
reticencias de los empresarios y gerentes.
Yo suelo
usar esta Metáfora donde digo, “Uno puede decidirse a subir el cerro de su
pueblo sin mayor planificación, simplemente coloca un Pick-Nick en la mochila y
comienza a subir. Cuando tenga hambre,
se parará y a ver el panorama. Pero si su objetivo es subir a la cordillera
Andina entonces la cosa cambia. Necesita un plan detallado, paso a paso, en el
que establecerá: cuantos acompañantes, comunicaciones entre el campo base
principal y los integrantes, dónde instalará los diferentes campamentos base,
cuánto tiempo estará en cada uno de ellos, cuánta comida tiene que llevar,
cuanto se va a consumir a diario, etc.”
El asesorado
también puede disfrutar mucho, pero no tanto por su actuación, sino por ver en
directo cómo empresarios que mostraban grandes dificultades al inicio son
capaces de hacer finalmente cosas que nos sorprenden. Y puede disfrutar también
de saber que se está haciendo un trabajo más profesional, de acuerdo a
criterios de calidad bien reconocidos.
Una asesoría
de calidad, de acuerdo con los parámetros de los modelos centrados en el aprendizaje,
requiere mucho más que saber mucho de la disciplina que se enseña y saber explicarlo
bien. Realmente si no somos capaces de
explicarlo correctamente y convencer a los empresarios de su utilidad, unas
cuantas metáforas no van a ser suficientes en un asunto tan complejo, pero sí
pueden arrancar alguna sonrisa, que es una forma muy saludable de enfrentarse a
grandes retos como el que tenemos sobre la mesa. Y pueden sobre todo, ayudarnos
a observar el problema y nuestra labor desde otro punto de vista, menos
condicionado por nuestras circunstancias particulares y nuestros prejuicios.
Tampoco es
impensable que alguien encuentre metáforas para explicar las ventajas del
método clásico centrada en el asesor, y que defienda que ya estamos bien como
estamos y que mejor no arriesgar. Esto es trabajo en equipo, ni más ni menos.
Es así como una gestión puede ser brillante en asesoría y en investigación, y
no exigiendo brillantez en ambas tareas a todos y cada uno de sus asesores.