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ESPAÑOL, SU FORMA DE SER, CON UN AIRE DE AUTO CRITICA


La tradición histórica del pueblo español ha determinado, en gran parte, la forma de ser de su gente. Herederos de una cultura que mezcla varias religiones e ideologías, los españoles han desarrollado un marcado acento hospitalario, abierto y cordial que se enfrenta con una necesidad protectora de su unidad como país, tarea que se esforzó en establecer durante siglos. Algunos de los rasgos culturales más característicos de los españoles son:

Sentido regionalista:
Los españoles luchan por la conservación de sus tradiciones y su historia con mucha pasión y sentido solidario. Cada comunidad, provincia y ciudad conserva casi intactas las leyendas y hábitos de épocas pasadas. Los españoles cuidan de su historia con tanto fervor que la vuelven presente en cada celebración popular.

Este afán por mantener el pasado se traslada a la conservación de su patrimonio histórico físico: iglesias, monasterios, conventos, plazas y casas de personajes famosos son muy protegidos por el Estado. Por su parte, los habitantes asumen esta responsabilidad narrando a los extranjeros las historias que dan vida a esos sítios.

Carácter férreo:
El español se enorgullece de su forma de ser y de actuar, sobre todo en lo que se refiere al cuidado de la geografía de su país, la cual defiende por encima de todo. Las crisis económicas que ha tenido que enfrentar España en el siglo XX han hecho aflorar el otro lado del carácter ibérico: el de protección de sus fuentes de empleo y la visión competitiva con las otras naciones europeas.


Hábitos y costumbres:
A pesar de que en el mundo se han modificado muchos hábitos básicos por las nuevas formas de trabajo y de vida de la sociedad actual, en España ha prevalecido la costumbre de hacer un alto en la jornada diaria, la pausa de dos horas para un almuerzo de varios platos y la consecuente siesta. Por consiguiente, se ha habilitado un horario laboral diferente: con receso de menos de una hora para el almuerzo y una finalización de la jornada laboral a las 6 p.m., como en casi toda Europa. Se espera, entonces, que los españoles puedan lidiar con esos cambios, que buscan aumentar su productividad y enseñarlos a combinar mejor el tiempo laboral con la vida de familia.

A lo anterior se agrega que el español siempre ha tenido un gusto particular por la comida abundante y muy bien sazonada. Por esa razón, los almuerzos generalmente eran copiosos y, muchas veces, obligaban a tomar esa siesta. Por la noche, se cena alrededor de las 10 p.m. y luego se da paso a una vida nocturna agitada, donde se evidencia el lado bullicioso del carácter del español. Indiscutiblemente que esta disposición impactará en el modo de vivir, trabajar y divertirse del pueblo español y se necesitará cierto tiempo para que todos se sumen y acepten estos cambios.

Expresividad y franqueza:
Los españoles permanecen mucho tiempo fuera de casa y por ello han desarrollado una capacidad de conversar muy fluida y abierta; no es extraño entablar una sana conversación con ellos en bares, tabernas y lugares de ocio en general. El saludo a dos besos, uno en cada mejilla, es quizá la mayor cortesía física que ofrecen a sus visitantes extranjeros. Sin embargo, otra clase de contactos físicos entre las personas se reserva a las parejas o los viejos amigos y es inusual que la gente sea muy expresiva en este sentido. Entre los hombres, este contacto se reserva al cruce de manos sin mucha efusividad.

El habla es rápida aunque no se tenga prisa y el tono suele ser imperativo sin que ello indique superioridad, disgusto o distancia. Los españoles son muy directos y expresivos en sus opiniones y juicios, los cuales defienden generalmente con argumentos honestos y francos.

Pasión por el tabaco:
Un hábito español que casi siempre ha sorprendido al visitante es la pasión por el fumar. Es posible que en ningún otro sitio de mundo, con excepción de Grecia, se fumara tan libre y constantemente. Aun en los lugares donde se prohibía fumar, los españoles se las ingeniaban para no abandonar esta costumbre de alcance nacional.

Además, el tabaco era uno de los productos que se conseguía a cualquier hora del día. Sin embargo, en el marco de la lucha mundial contra el tabaquismo y en defensa de la salud pública, ha entrado en vigencia en España una de las leyes más restrictivas en la actualidad, que regula el consumo, la venta, el suministro y la publicidad de cigarrillos, a los que destierra de todos los espacios de la vida social, salvo la calle, los hogares y los pequeños lugares habilitados. Asimismo, las multas previstas para los infractores van desde los 30 euros a los 600 euros, en la banda principal, y podrían llegar a los 10.000,00 euros para las faltas graves. Se espera que poco a poco se disminuya el consumo y que, a la vuelta de cinco años, se reduzca en no menos de 10%.

Admiración por la monarquía:
El español se siente orgulloso de preservar con fervor la figura de sus reyes como jefes absolutos del Estado. Es una característica que va más allá de las leyes y derechos que la comprenden, es una actitud de admiración y respeto profundo por la monarquía, una institución que forma parte inequívoca de la forma de ser española. Para muchos, la Familia Real constituye también el modelo ideal de vida en familia. Además, los españoles se interesan por conocer la vida cotidiana de los reyes, como si fueran celebridades del espectáculo.

Gusto por la farándula:
Los españoles sienten un especial gusto por conocer la vida privada de los personajes destacados de la sociedad. El grupo incluye artistas, actores de cine y televisión, cantantes, destacados exponentes de la tauromaquia, personajes del “jet set” español e incluso, la familia real. Ese notable interés de los españoles ha dado paso a una importante industria dedicada exclusivamente a explorar la vida, costumbres y gustos de la farándula local y mundial.

Utilizando un lenguaje coloquial y con gran despliegue fotográfico, para deleite de España y del mundo entero. Los españoles dedican tiempo y recursos considerables a monitorear lo que decenas de publicaciones tienen que decir sobre los personajes de moda.

Aprecio por la libertad:
Luego de vivir bajo un régimen dictatorial durante más de 30 años, los españoles desarrollaron un espíritu colectivo pleno de libertades y licencias, que algunos han calificado como el “gran destape” español. El fenómeno social tuvo su momento de apogeo durante la década de los ochenta, dando paso a una variedad de importantes manifestaciones artísticas, cuyos productos más acabados se encontraron en los ámbitos musical, cinematográfico y literario.

De modo general, se puede decir que en la actualidad persiste en el español un gusto particular por la diversión, la fiesta, las situaciones relajadas y, sobre todo, el sentido de la independencia y la determinación individual, como una manera de recordar el régimen de libertades alcanzado.

Sentido del humor:
Uno de los pasatiempos favoritos de los españoles es bromear en casi todas las situaciones, y se enorgullecen de la capacidad que tienen para reírse de sí mismos. El humor español se evidencia en los personajes de las tiras cómicas; sus más famosos personajes son “Mortadelo y Filemón”, súper agentes secretos que con casi 4 décadas de existencia, se consideran fieles reflejos del humor español. También fueron muy populares los traviesos gemelos “Zipi y Zape” aunque sus travesuras hoy resultan muy inocentes. Un poco más actual es “Super López”, un carismático Superman a la española.
  
Buena gente:
Los españoles pensamos y por mucho margen de diferencia que somos mejores personas que los europeos (en general). Lamentablemente en el test falta otra fila con la "Humildad". En este aspecto, uno de mis mejores amigos en Alemania, me comentó una vez, que los españoles son en "general" unzuverlässig. Significa que no somos de confianza. Es su opinión, pero la verdad es que tengo lamentablemente la sensación de que algunas veces tiene razón.

Demasiado optimista es el termino buena gente, en un país donde se llama picaresca (y se considera una virtud) a ser un “hijo puta”. Salvo que vivas en un pueblo muy pequeño, donde todo el mundo se conozca, dejar algo desprotegido en la calle es olvidarte de ello, da igual lo que sea. No es cuestión de que haya buena gente en todas partes, sino de distinguir cuando son norma y cuando excepción.

También están las historias que me llegaron de un amigo mío, de como él y los demás españoles que se encontraban Suecia, se aprovechaban de la ingenuidad de los ingenuos habitantes de un pueblo de Suecia, y de cómo les robaban las bicicletas una tras otra en lugar de repararlas cuando se rompían, de cómo una vez, para colgarse unas cortinas, se llevaron primero el taladro de la ferretería, y al ver que se le olvidaron las brocas, volvieron y se las llevaron también.

Por otra parte, puede ser que te pierdas en un trayecto dentro de la ciudad y no sepas como llegar hasta la entrada del metro o la estación de autobús correcta. Siempre podrás encontrar personas que amablemente se ofrecen a acompañarte hasta el mejor lugar para poder coger el transporte correcto. Buena gente hay en todos lados, y ni somos mejores ni peores.

Alegres:
En este caso yo creo que la alegría y la sonrisa crónica en la cara depende mucho del tiempo. El sol es básico para la felicidad. La diferencia en el buen humor de la gente es abismal, de invierno-otoño a primavera-verano. La verdad es que se puede respirar felicidad por las calles cuando el sol brilla y todo el mundo está en los parques haciendo pick-nick, paseando con la bici o jugando con los amigos.

Abiertos:
España arrasa y creo que siempre será así. Creo que es cuestión de educación que no te dirijas a alguien si no es por alguna necesidad,  hablamos con la gente porque no sabemos estar callados. Aunque una línea muy fina separa al “abierto” del “charlatán” o del “brasas”.

Trabajadores:
Opinamos que los europeos trabajan más que nosotros. “The siesta-sindrome" y que seamos el país donde toda Europa viene a tumbarse a la bartola y a comerse unas tapas acompañada de una caña bien fresquita.  Vamos, que cuando ellos descansan, nosotros curramos. En este aspecto los españoles trabajamos igual que los europeos, lo único que puede ser cierto es la efectividad.  Si que debo admitir que de 1 hora trabajando, un alemán puede aprovechar 40 minutos, un francés 50 (solo trabajan 35horas a la semana), un español 35 y un japonés...estos juegan en otra división.

Cuando hay trabajo, no hay tópicos que valgan. Cierto es que los europeos tienen un sentido muy estricto del horario, tanto de entrada como de salida. Pero también lo es, y con mayor diferencia de la mencionada, que la eficacia en el mismo es muy diferente. Eso hablando de trabajo “de oficina”. En hostelería y similares, donde la esclavitud es la norma, da igual dónde naciste, recordando que una de las principales industrias españolas es el turismo.

Hospitalarios:
En este punto, tanto europeos como españoles, no tienen problemas para encontrar un rincón donde pernoctar confortablemente y donde cabían 10 cabían 23. La gente confía mucho más y es mucho más abierta para estos temas en España. Al igual que hacer Auto-stop. Encontraras gente que los llevara o pasaran de largo. Sobre todo con gente un poquito más desconocida. En España a un desconocido no le abres la puerta de tu casa tan fácilmente.

Juerguistas:
Aquí no da vergüenza admitirlo, el porcentaje por el lado español es más grande. Nos gusta pasarlo bien...y a quién no!? En el caso de Europa, el factor del frío y el tiempo les impide pasar tanto tiempo en la calle y en los bares como a nosotros. No es que no les guste la fiesta, sólo que da pereza cuando llueve y hacen 2 grados.

Emprendedores:
En este apartado nos ganan los europeos. Es una pena, pero creo que en gran parte se debe a la desconfianza de los inversores, más que a la falta de imaginación y ganas de tirar para adelante. Ideas hay. Energía y Motivación hay. Lo que no hay es confianza en los proyectos y en la gente.
También la falta de motivación, tanto familiar como social o como en la escuela. Se fomenta lo inmediato, el beneficio instantáneo y material, habiendo demasiadas trabas para el I+D. Si a eso unimos el enorme esfuerzo que supone y la escasa capacidad de sacrificio del personal, obtenemos la ecuación completa.

Fríos:
Si a 40 grados a la sombra, encontráis a alguna persona fría en España...que me la presenten porque es de museo.

Inteligentes:
Totalmente de acuerdo de que la opinión que tenemos los propios españoles respecto a los europeos. Y si. Hay que ser tonto a rabiar para considerarse menos inteligente que los europeos. Quien le puso el palo a la escoba? Y al caramelo? Ya quisieran ellos tener ideas tan brillantes.

Responsables:
Es casi el único punto del que avergonzarse. La falta de responsabilidad ante los hechos. Desconozco la razón porque los Europeos son más responsables y comprometidos los Españoles. Nosotros lo sabemos. Lo triste es que no nos esforzamos por cambiar. Sólo tenemos que fijarnos en nuestro gobierno para darnos cuenta de que:
1. Si es posible, barato, rápido y que aparente muy bonito.
2. Si se rompe, la culpable es la adjudicataria del proyecto. No el adjudicador.
3. "Por mi, ¡Urbanizaría hasta el Retiro!"
4. "Vosotros me votasteis..."

¿Qué piensan los extranjeros de los españoles?
A los estudiantes de Erasmus, en el Reino Unido, les regalan un libro-guía sobre las costumbres y la cultura del país al cual se van a estudiar por unos meses, por si hubiese un choque cultural, que siempre suele pasar en estos casos. La editorial Kuperard tiene una colección de librito bajo el nombre de "culture smart!". En el libro sobre España pude leer lo siguiente, páginas 62-63, "living the moment":

“Los españoles son confiados, personas abiertas, con un entusiasmo por la vida y por vivir cada momento, que llega a ser contagioso. Ellos te invitan a algún lugar porque ellos realmente quieren que tu vayas. Ellos no quieren que te vayas a casa porque todos vosotros estáis pasándolo en grande. ¿A quién le importa mañana? Ahora es lo importante. Mientras haya un buen tiempo por haber, nadie abandonará. La noche se alarga hasta la mañana, ¡y tú tomas el desayuno antes de irte a casa!”

“Tú necesitarás aguante aquí, especialmente si están en época de festejos. La gente se quedará despierta toda la noche, bebiendo y bailando, y luego una ducha y para el trabajo. Si hay tiempo, consiguen dormir una breve siesta para prepararse para la próxima noche. En Andalucía, nunca se toman la última copa, mejor alguien sugerirá la penúltima. Esto da como resultado mucho ruido. En 1990, el 44% de las calles de Madrid tuvieron continuos ruidos por encima del radio considerado tolerable por la Organización de Salud Mundial. Las motocicletas rugían alrededor, los cláxons se tocaban todo el tiempo. En los bares las conversaciones de los clientes se escuchaban más altas que incluso los equipos de música y las televisiones de los locales.”


“La gente española tiende a gritar. Todo el mundo quiere que su opinión sea oída y el español es una lengua de sonidos ásperos. En el libro de Victor Pritchett "The Spanish Temper" dice que el castellano está por encima de todas las lenguas que sugieren masculinidad, o en todo caso es más adecuado para la voz masculina que para la voz femenina la cual, en España, choca uno por su carencia de melodía. Si tu quieres practicar tu español, no hables en voz baja, o no podrías ser oído (...) Los españoles no parecen ser capaces de parar de hablar por mucho tiempo. Parece que todo lo que pasa por sus mentes sale por sus bocas. No hay tiempo para descansar aquí, y ellos se sienten incómodos en el silencio.”

Los españoles suelen ser bastante formales hasta que ellos se presentan. Después de esto, las reglas se relajan. Una vez que seas considerado como un amigo, serás tratado de una forma cálida y familiar, y las formas amables no serán necesarias ya. Como es el caso en muchos otros países, encontrarás que las formas de las generaciones más viejas son algo más formales y las distancias deben ser mantenidas.

Las mujeres saludan a los hombres con dos besos, uno en cada mejilla. Los hombres se estrechan la mano y se dan un abrazo, si son amigos cercanos, dándose golpecitos en la espalda. Ellos te cogerán del brazo a menudo para enfatizar un chiste o un punto.

Podrían ser considerados descorteses y rudos, porque "gracias" o "por favor", considerados por los británicos como una formalidad diaria, son innecesarios y son pensados como excesivos entre amigos cercanos y familiares (...)

Los españoles son los maestros de los "piropos" para sus amigo y  para los transeúntes. En los mercados los vendedores se dirigen a las mujeres con palabras como "princesas" o "reina", y en la calle los hombres no esconden sus opiniones sobre las siluetas de las mujeres. Una forma muchas veces oída es "Hola guapa". Acepta el piropo con una sonrisa y sigue el camino.     


Trucos para entender el español para extranjeros que visitan España
Allá por donde van los españoles hablan en imperativo: “¡Eh, ponme un café!; “Dame un cruasán!”; “¡Sírveme una caña”; “Pásanos unas hamburguesas…!”.

Hablar así en España no es un delito porque es lo normal. Un país que ha “perdido” todas las normas del protocolo, la cortesía, la educación y la urbanidad, pero todo dentro de la informalidad que el español tiene a la hora de tratarte como un igual, un amigo intimo, o de la familia. En el resto del mundo no es así y por eso se percibe a español como si tuviera los defectos del nuevo conquistador.
Debido a esa forma de expresarse, los empresarios, ejecutivos, turistas y viajantes españoles tienen tanta mala fama en el extranjero. Caen muy mal. Además, parece que siempre “están bravos”.

Encantadora en España, claro. Fuera de nuestras fronteras, nuestras chicas pierden su encanto porque no se dan cuenta de la forma que tienen de dirigirse a los Demás: siempre dando órdenes; soltando la bronca, nunca piden las cosas por favor, hablan en imperativo; elevan la voz; discuten, ¿De mal humor? ¡Pero si era una española encantadora! ¿Sutileza?.

 “Pero si no estábamos discutiendo”, dicen los jefes españoles. “Sólo les estaba diciendo a estos bolivianos cómo tenían que hacer las cosas”. Claro, pero si usted no emplea códigos universales como “por favor”, o verbos en condicional como “podría usted”, y una sonrisa de vez en cuando, pensarán que usted es como los cómitres romanos, aquellos tipos que daban latigazos a los galeotes para que remaran más rápido.

Ha aterrizado en el país que país que considera los tacos como parte del Patrimonio Cultural. No sería extraño que se elevara una propuesta para declarar los tacos y las palabrotas “Patrimonio de la Humanidad”. Los tacos y las imprecaciones en español, los que mejor suenan en el mundo.

Por ejemplo, los españoles hablan por teléfono: levantan el auricular y cuando se pone alguien al otro lado, gritan: “¿Está Manolo?”. No se les ocurre que uno debe dar los buenos días y presentarse. Aquí el que llama, suelta, “¿Está Manolo?” y el que contesta dice: “¡Joder, aquí no hay ningún Manolo!”.

Un país de formas encantadoras.

2 comentarios:

  1. Anónimo2/2/15

    Algunas cosas de acuerdo,otras no. Véase lo de la monarquía,cada vez más denostada por el pueblo y ojalá termine.
    Vivo fuera de españa y ya sé reconocer a un congénere...gritos, no pagar billetes de tranvía,creérse los reyes del mambo...
    De todos modos no todo va a ser malo,yo por ejemplo echo de menos el ruido en las calles o que no haya tantos bares y que los que haya sean de viejos borrachos...en fin Spain is different

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  2. Anónimo3/2/15

    Al igual que "anónimo", estoy de acuerdo en algunos puntos y en otros difiero completamente. Además, que encuentro algunos temas un tanto arcaicos como lo del tabaco (época de mi abuelo) y lo de trabajadores.Vivo en Francia desde hace años y eso de lo de los posibles 50 minutos, ni en broma, sólo que en Europa son más responsables y comprometidos en su trabajo y nosotros, hasta para eso, utilizamos la picaresca, de ahí que también los jefes tengan que ser más estrictos con los trabajadores (en España). Es un poco, el pez que se muerde la cola. Sólo espero que, nosotros, los que estamos fuera y aprendiendo otras maneras, las podamos poner en marcha para poder hacer evolucionar nuestra sociedad poco a poco en ciertos aspectos sin perder nuestra esencia.

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